-
Cuando se trasciende el mundo de los prejuicios acaecen maravillosas secuencias que le son extrañas a la diabólica razón.
El sentido común es un infierno dantesco, una comedia dramática. El resultado de siglos de draconiana tradición, grabado a fuego en las frentes ignorantes para alegría de aquellas manos interesadas que conjuran los saberes para orientarlos hacia su postrero interés.
La filia hacia lo material en la sociedad ha alcanzado el paroxismo: el sexo, la familia, los animales, las amistades, etc. son reducidas a necesidades de consumo. Uno mismo se convierte en marca, hoy mucho más, a través de los canales virtuales y redes sociales.
El consumismo ha devorado al individuo, lo ha cosificado. Se consume música, se consumen relaciones, se consume arte, se consume sexo. Al introducir un juguete sexual —que el mercado mismo ha obligado a apreciar como necesidad— dentro de una relación entre dos personas, la relación se cosifica. Se ha introducido una necesidad material en un acto que debiera ser simplemente natural. Se ha deshumanizado el acto. Se ha introducido un elemento que hasta entonces le era desconocido y que define a la sociedad de consumo: el aburrimiento, el hastío, y la insatisfacción.
Lo mismo podemos decir que ha ocurrido con respecto a la música, la vivienda, la naturaleza, o la literatura. Lo típicamente humano se ve sodomizado por el mercado y su voluntad de consumir.
-
Texto: MSecades para Promodiscopy